miércoles, 22 de diciembre de 2010

DUHALDE, EL ETERNO DESESTABILIZADOR DE LAS NAVIDADES (*)

Curiosa pirueta política la de Eduardo Duhalde. De peronista renovador puro, ladero de Antonio Cafiero en la lucha contra Herminio Iglesias y otros burócratas amañados con la cría del Proceso, a menemista puro y primera espada en la campaña privatizadora. De menemista a antimenemista furibundo –indudable servicio al país el que prestó al cerrarle el paso a la re-reelección primero, en 1999, y a la vuelta del monstruo en 2003- y de allí a 'punto' de Magnetto, del grupo Clarín y de la patria sojera que añora los ‘90.

El reloj de la historia no se detiene. Es inexorable. Y así como hoy vemos por TV a un Menem gagá que no se acuerda el nombre de su compañero de fórmula o confunde a su economista Melconián llamándolo Arslanián, también vemos a un Duhalde completamente fuera de época, apostando a la división de los argentinos, los saqueos planificados y hasta apelando a los seguidores de Videla.

¡Pobre Duhalde! Pensó una maniobra política digna de la Argentina de los ’80 y los ’90, de probada eficacia tumbando gobiernos como los de Alfonsín y De la Rua (por cierto, en este último caso, con la complicidad inestimable del propio desestabilizado), y se encontró con un país diferente.

Al pobre ex bañero de Lomas le corrieron el arco justo cuando estaba por probar de media distancia. Se lo corrió Néstor Kirchner. El hombre que cambió el país de modo radical, como una bisagra de los tiempos con un antes y un después. Y hoy estamos en la etapa DK, después de Kirchner. Y todo es diferente.

Empujada por la impronta de Néstor y la “Cris-Pasión”,  que es un lujo de Presidenta, la sociedad argentina ya no compra regalos de Troya navideños. La gente aprendió que todo aquello que nos enseñaron en los ’90 que “no se puede”, se puede. Y bien que se puede.

Hoy vemos convertidos en realidades logros que hace apenas 10 años eran impensables:

  • Una asignación universal por hijo que multiplicó la matrícula escolar y las vacunaciones infantiles.
  • Jubilaciones que se actualizan dos veces por año  y con una mínima que supera los 200 dólares, (reíte del uno a uno de Carlitos).
  • Los fondos jubilatorios en manos de los argentinos y financiando el crecimiento. 
  • Una industria récord que no para de exportar, con especial impacto en el sector automotriz.
  • Crecimiento del PBI a tasas chinas durante siete años consecutivos, sin antecedentes en nuestros 200 años de historia.
  • Una Ley de Medios democrática que avanza sobre los más perversos grupos monopólicos.
  • Un protagonismo internacional inédito no sólo en el Mercosur y la Unasur sino dentro del exclusivo G-20 (¿no era que el mundo se nos cagaba de risa, Lanata?).
  • Matrimonio igualitario (y ojo, Bergoglio, que vamos por más)
  • Una juventud que vuelve a creer en la política, que toma colegios, se moviliza y le cierra el paso a experimentos del marketing derechista y xenófobo (Macri u otros como él que puedan surgir).

¿Qué te pasha Duhalde, estash nerviosho? 

Casi podríamos parafrasear a Néstor para definir el estado de desesperación del marido de la inefable Chiche, y de sus mandatarios Clarín, Techint y buena parte del grupo AEA. Porque no nos confundamos. Duhalde es apenas un mandadero. Un instrumento útil que está desvaneciéndose a medida que pierde utilidad política, con encuestas que lo muestran por debajo de los cinco puntos a nivel nacional.

En medio de su desesperación, Duhalde apeló a los golpes del pasado. Ocupaciones de tierras que, necesariamente, debían multiplicarse en saqueos en el sur porteño y luego contagiar el Gran Buenos Aires hasta dejar herida y con imagen de debilidad para gobernar a nuestra Presidenta.

Error. Lo que funcionaba hasta hace unos años ya no va más. Y es muy mala la noticia para el tristemente célebre “Cabezón”. Porque junto con sus métodos, lo que no va más es él. Magnetto, la Sociedad Rural y la familia Rocca lo saben, y poco a poco perderá sustento y financiación. Como un perro que, pese a ser fiel, perdió el olfato y los dientes, y ya no sirve para cuidar sus intereses.

Qué pena Duhalde. Digo, qué pena para vos. Para los argentinos es una gran alegría empezar a sacarse de encima a sujetos de esa calaña, que sobrevivieron a la dictadura porque eran los políticos “tolerados” por los genocidas. Los que no eran subversivos. Los de ir a misa cada domingo. Los que en última instancia, nunca tocarían el poder real: los monopolios, los multimedios, la patria sojera, y el alineamiento con el perimido Consenso de Washington.

El ex vicepresidente menemista no es el último. Hay más. Seguirán poniendo retadores a ver si alguno sirve como mascarón de proa de la derecha y el gorilaje. Estemos alertas. Firmes. Movilizados. Junto a la Presidenta y al gobierno nacional y popular. Hay muchos “duhaldes” sueltos por ahí todavía.

(*) Por Roberto Lago

No hay comentarios:

Publicar un comentario